PUBLICARTE da la mano a la celebración de los 444 años de nuestra ciudad. Caracas la mujer. Caracas hombre, niño o niña. La tantas veces ultrajada, la que no pierde la esperanza. Caracas será tomada de la mano por los que crean, sueñan, proponen, discuten, reflexionan a través de la palabra. Caracas también es texto, cuento, dramaturgia, narración, ensayo, poesía. Caracas es el abecedario que nos acompaña cada día, Caracas es una niña que continua soñando con que algún día será grande.

martes, 21 de junio de 2011

LOS POETAS Y LA CIUDAD


Autora: Beatriz Alicia García

            Las ciudades cobran vida en el imaginario colectivo porque las representamos, las hacemos escenarios de nuestra cotidianidad, pero también de nuestros proyectos, nuestros deseos, nuestros sueños. La literatura urbana nos ha vinculado simbólicamente con un modo de vivir, con modos de sentir y modos de pensar. Con frecuencia se ha definido lo urbano en contraposición al vivir vinculado a la naturaleza, a la tierra, al vivir en el campo. En las siguientes líneas daré cuenta del modo en que algunos poetas han descrito nuestra ciudad, Caracas. Iniciaré el recorrido con nuestro más importante poeta romántico, José Antonio Pérez Bonalde, quien exiliado por razones políticas regresa al país en 1876, a la muerte de su madre y escribe “Vuelta a la patria”. En este poema el recuerdo de la ciudad se entrelaza con el de la madre y la infancia, el Ávila, aparece como telón de fondo, y como puerta a la ciudad. “Tras ese monte azul cuya alta cumbre/lanza reto de orgullo/al zafir de los cielos/está el pueblo gentil donde el arrullo/del maternal amor rasgué los velos/que me ocultaba la primera lumbre” (...) Luego nos describe la ciudad aldeana de finales del siglo XIX: “Caracas allí está;/¡sus techos rojos/su blanca torre, sus azules lomas/y sus bandas de tímidas palomas/hacen nublar de lágrimas los ojos!//Caracas allí está; vedla tendida/a las faldas del Ávila empinada,/odalisca rendida/a los pies del sultán enamorado”. Nunca es tan nuestra la ciudad que cuando nos hemos alejado de ella y retornamos. En estas imágenes de Pérez Bonalde no se atisba aún la urbe que transformarán el plan Rotival y la reurbanización de El Silencio, para dar paso a la ciudad moderna. Mención especial merecen los humoristas que en las primeras décadas del siglo XX dieron cuenta de personajes y comportamientos citadinos en revistas como Pitorreos, Billiken o Fantoches. En uno de sus textos publicados en Fantoches Job Pim (Francisco Pimentel) nos describe al “Fantoche Guapo” caraqueño, un gran contador  de hazañas heroicas, de las cuales es protagonista, quien “Mas cuando va a su casa de noche este valiente/con el olor a nísperos que el mal aguardiente,/como con sus hazañas a su mujer no emboba/se le cimbra en el lomo la conyugal escoba”. Aquiles Nazoa fue un cantor entrañable de la ciudad, le escribió a sus espacios, a sus personajes, a sus costumbres. En su “Invocación al tranvía” expresa: “Tranvía de Caracas, buen tranvía/que te marchaste de la población/con tu presencia de juguetería/y con tus campanitas de cordón...//Porque yo te recuerdo todavía/y te guardo sencilla devoción,/he resuelto escribirte esta elegía/así, porno dejar, sin son ni ton...//Elegía muy tierna que te traje/desde los viejos cables del paisaje//donde -memoria musical- persistes.//Y que escribo en el polvo que te cubre/porque yo soy un tonto y está octubre/como para decir cosas muy tristes”. También el poeta Eugenio Montejo dio cuenta de la transformación vertiginosa sufrida por la ciudad años después. Dice en su poema “Caracas”: “Tan altos son los edificios/que ya no se ve nada de mi infancia/Perdí mi patio con sus lentas nubes/donde la luz dejó plumas de ibis,/egipcias claridades,/perdí mi nombre y el sueño de mi casa (...)”. En la década del 80 los miembros de los grupos “Tráfico” y “Guaire” se declararán poetas urbanos (“Venimos de la calle y hacia la calle vamos”). Rafael Arráiz Lucca dice en “Junta de Condominio”: Como en el foro romano en estas reuniones/hay bostezos y diálogos con el vecino,/largas intervenciones sobre nudos domésticos (...) Como en cualquier congreso,en estas reuniones/las señoras cuidan de sus uñas y buscan/junto a sus maridos al culpable:/es sabido que las comunidades/viven de sus víctimas. Leonardo Padrón nos habla en Boulevard de “El latido antiguo de la belleza” en los atardeceres urbanos: “A quince pisos sobre el nivel del asfalto los atardeceres tienen otro talante. No son limpios ni serenos. No se ufanan con el dialecto de los pájaros. Rebotan contra las ventanas, se trepan en los carros, se propagan en las vitrinas. Su espinazo es un laberinto de cables de televisión y azoteas crispadas”.

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