PUBLICARTE da la mano a la celebración de los 444 años de nuestra ciudad. Caracas la mujer. Caracas hombre, niño o niña. La tantas veces ultrajada, la que no pierde la esperanza. Caracas será tomada de la mano por los que crean, sueñan, proponen, discuten, reflexionan a través de la palabra. Caracas también es texto, cuento, dramaturgia, narración, ensayo, poesía. Caracas es el abecedario que nos acompaña cada día, Caracas es una niña que continua soñando con que algún día será grande.

martes, 21 de junio de 2011

Caracas, la convulsionada


Autora: Ligia Álvarez
¡Qué tarde es!-pensó- De inmediato recordó la imposibilidad de trabajar ese día. Lucía en realidad un tanto arriesgado. Caracas estaba convulsionada. Habría un recorrido desde el Este y una concentración que esperaría en el Oeste. Eran bandos contrarios, al parecer irreconciliables. -Sin apuro, abandonó la cama y encendió la televisión- y vienen para acá, van a pedir la renuncia.
Condujo sus pasos por el piso de cemento hasta el baño. De un envase sacó un poco de agua en un vasito. Lavó su cara y se cepilló los dientes como pudo. Después de secarse, caminó con lentitud hacia la cocina. Abrió la nevera. Sólo había agua. Nada más. Sabía también que ni en su cartera ni en la cajita donde solía guardar  dinero tenía un céntimo. ¿Qué hago mi Dios?, ¿acaso hoy no voy a comer? De repente una idea iluminó su mente. –a un lado el temor, me voy a la concentración. Como los “contra” avanzarán hasta donde están congregados los “pro”, entonces aprovecho y les vendo a los dos grupos. Total a mí no me importa quién me compre, lo que me interesa es que lo hagan.
Una vez vestida con la ropa que usaba para la calle, tomó la bolsa negra donde guardaba su mercancía. Salió. Había agitación y tensión afuera Algunas personas corrían tratando de alcanzar cualquier sitio donde estar seguros. Ya se sentían los gases y el olor a pólvora. Le costó abrirse paso entre el gentío, pero lo hizo. En una esquina colocó el mantel, y una a una dispuso las cajitas de algodón, los cortaúñas, las revistas usadas, las cintas adhesivas y las pilas. Cerca, un niño de la calle caraqueña saboreaba un mango. En ese momento entre consignas, pitos y boinas, sonaron varios disparos. La multitud huyó, ella no tuvo tiempo de nada, cayó fulminada de un tiro sobre el sucio pavimento, justo al lado del niño de la calle caraqueña  que tampoco comprendió lo que estaba pasando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario