AUTORA: ROSA JUSTO JUSTO
Amanece en medio de ese gran escenario caraqueño, donde los actores de cada día empiezan su faena muy temprano. Rostros de temor, de ira, asombro, rodean las calles para incorporarse a las oleadas gigantes de colas para abordar el transporte que los conducirá a los sitios de trabajo. El personaje común enfrenta los conflictos toreando a los carros para poder cruzar la calle. Eso sin contar que tiene que manejarse como títere para poder esquivar las motos que pasan como si fueran rayos arrojados por el Gran Zeus.
Desde el incómodo asiento de la camioneta “Puerta Caracas”, observo las montañas de basura que adornan las esquinas de Puente Guanábano, como árboles trágicos de Navidad .El panorama se repite a lo largo de la Avenida Baralt .Los transeúntes aligeran el paso para tomar la camioneta que los llevará a s u destino. .Si quieren llegar temprano tiene que ir colgando en la camioneta. Para el que va sentado la situación no es muy diferente porque su rostro es achatado por la cartera de alguien que está de pie o por el morral de un estudiante. Llego a Capitolio y la multitud se hace presente igual que el tráfico, Todos quieren llegar rápido, transeúntes y conductores .se muestran indiferentes en presencia del semáforo. Entro al metro y los rostros se tornan terribles como en una película de misterio. En medio de empujones logro entrar a uno de los vagones , Se oye la alarma, las puertas no cierran, las personas no quieren moverse y están obstaculizando las entradas, gritan, insultan, hasta que finalmente el tren continúa su marcha , para dejarnos en nuestro destino…
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