PUBLICARTE da la mano a la celebración de los 444 años de nuestra ciudad. Caracas la mujer. Caracas hombre, niño o niña. La tantas veces ultrajada, la que no pierde la esperanza. Caracas será tomada de la mano por los que crean, sueñan, proponen, discuten, reflexionan a través de la palabra. Caracas también es texto, cuento, dramaturgia, narración, ensayo, poesía. Caracas es el abecedario que nos acompaña cada día, Caracas es una niña que continua soñando con que algún día será grande.

viernes, 24 de junio de 2011

Fragmentos de Bitácoras urbanas

Autora: Lesbia Quintero

Había logrado cruzar ese margen que divide a Caracas, conoció de cerca su incongruencia, su vitalidad, sus desventuras, y sus peligros. Qué efímero fue ese tiempo cuando descubrió maravillada ese rostro de la ciudad, lleno de huecos, como una vieja picada de viruela. Percibió sus pasos cansados, sus campadas a las doce del día, sus gritos y sus susurros. Supo, casi sin darse cuenta, que el lugar donde está enclavado el Centro tiene sus códigos herméticos, y está protegido por guardianes y psicopompos.
Cuando estaba deprimida o se sentía confusa, recorría Caracas de punta a punta y trataba de engañar su malestar para abandonarlo en cualquier sitio. Creía que de esa forma restaba peso a las imágenes que la atormentaban. Cada día luchaba contra la erosión de sus propios pensamientos, hacía inventario de sus ilusiones, intentaba lavar los trapos sucios de su alma defraudada por tanta mezquindad y amores aturdidos.
Cuando el insomnio la atrapaba en sus noches blancas, María Jesús escuchaba la respiración de la ciudad. Era una respiración lúgubre de máquinas desfallecidas que se explayaba por todas partes, y los ladridos de los perros se escuchaban lejanos en las madrugadas. Se imaginaba a la gente adormeciéndose con el ritmo de esa respiración agónica que se tragaba lentamente al sueño solitario, muchas veces amalgamado con una píldora para dormir. Drogas, música, televisión, entretenimientos que no evita las pesadillas, ni el hastío, ni la rabia, ni la impotencia, ni el dolor.


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