PUBLICARTE da la mano a la celebración de los 444 años de nuestra ciudad. Caracas la mujer. Caracas hombre, niño o niña. La tantas veces ultrajada, la que no pierde la esperanza. Caracas será tomada de la mano por los que crean, sueñan, proponen, discuten, reflexionan a través de la palabra. Caracas también es texto, cuento, dramaturgia, narración, ensayo, poesía. Caracas es el abecedario que nos acompaña cada día, Caracas es una niña que continua soñando con que algún día será grande.

martes, 26 de julio de 2011

Caracas, canción.

Autor: Gustavo Adolfo Ruiz


25 de Julio de 2011.
Luis María despertó repentinamente en medio de la sala de cuidados intensivos. Había estado inconsciente las últimas horas. Observo cuidadosamente a las enfermeras y a los médicos que cada cierto tiempo entraban a evaluarlo. Una de las enfermeras se acerco para administrarle un calmante, que lo hizo dormir profundamente. Fue en ese sueño que recorrió buena parte de su vida.
Luis María despertó repentinamente en medio del camarote del barco en que había estado navegando los últimos días. Como no era un barco de pasajeros, el Capitán acepto que abordaran por una módica suma como costo del pasaje y con el convenimiento de que bajarían en el puerto de destino: La Guaira. Ya no se escucha el ronco sonido de las maquinas del vapor; la nave había sido remolcada hasta el muelle hacia la medianoche anterior, lo que le brindo la primera noche silenciosa desde que abordo la nave y por supuesto también la primera noche en que pudo dormir profundamente. Cuando sale a cubierta junto a sus compañeros lo maravilla la vista de la enorme montaña que le separa de su destino final. El sol brilla radiante y calienta fuertemente esa mañana, la ultima del año. Recoge su equipaje y sus instrumentos y baja a tierra. Le espera el representante musical que los había contratado. Cuando concluyen con los trámites de inmigración y aduana, suben al camión y tomar la vía que serpenteando en la montaña los llevara a la capital. El viaje se hace vistoso: muchísima vegetación selvática, el intenso olor marino que los acompaña y que poco a poco se va desvaneciendo a medida que se acercan a las nubes que se han instalado en la cúspide de la montaña; de repente, al girar una curva cerrada se abalanza sobre ellos la neblina, el frio se intensifica y Luis María se lamenta de haber con ropas tan ligeras. Mas adelante, casi al final del camino, al salir de una de las innumerables curvas de la carretera, observa por primera vez la ciudad de Santiago de León de Caracas. Para el ha sido una ciudad mítica, llena de misterios y cuentos, capital de la pujante Venezuela. Mientras recorren sus calles hasta el centro observa con curiosidad las casas y os viandantes. Finalmente llegan al Hotel Madrid en la Esquina de La Torre, al frente de la Plaza Bolívar. En el último piso del hotel esta la sala de fiestas Roof Garden y que los espera para que animen la Fiesta de fin de año de 1937. Así se estrenan como la Orquesta Billo and his Happy Boys. La historia apenas comienza.
Luis María despertó repentinamente en medio de la sala de cuidados intensivos. Siente su cuerpo mucho mas débil que de costumbre. Nota que se encuentra conectado a aparatos de respiración artificial, sondas que controlan sus signos vitales. Esta agotado. La sala es fría. La luz es blanca. Y lentamente se deja ir con el sopor y el sueño que lo invade. Rápidamente recorre su vida, desde su infancia en quisqueya, jugando en el patio de tierra de la casa de su tía. La primera vez que a escondidas se atrevió a tocar las teclas del piano de la casa, reservado exclusivamente para sus primos. Sus primeros estudios de música, a escondidas de su familia. La banda de música de los bomberos en Santo Domingo, entonces llamada Ciudad Trujillo. La fiesta de año nuevo de 1937 en el Roof Garden de Caracas estrenándose como orquesta con el merengue Compadre Pedro Juan. El dancing Sans Souci de Cují a Salvador de León. Los Vermouths Danzantes los fines de semana por Radio Continente. Las escapadas en el coche de Isidoro después de tocar en un baile para recorrer Caracas. Pasear por El Calvario, recorrer las calles y preguntar por el curioso nombre de sus esquinas. La Billo’s Caracas Boys. Las trasmisiones radiales con música en vivo de Fiesta Fabulosa, A gozar muchachos y tantos otros. Víctor Saume, Musiu y Renny Ottolina. Las fiestas de los carnavales. Los mano a mano con Luis Alfonzo Larrain, el mago de la música bailable; en el Ávila es la cosa o el Gran Salón del Hilton o los bailes en el Tamanaco. Víctor Pérez, Rafa Galindo, Manolo Monterrey, Felipe Pirela, José Luis Rodríguez, Cheo García, Memo Morales, Ely Méndez y tantos otros. La televisión y el programa Esta noche Billo. Y tantas canciones exitosas inspiradas en Caracas: En la esquina de Gradillas sale un muerto, Epa Isidoro, El amolador, Caracas vieja, El metro, Caracas pórtate bien,  La canción de Caracas, Sueño caraqueño, Canto a Caracas: el ultimo compas de Alma Llanera.
Caracas, ciudad mágica, ciudad de la eterna primavera o como dicen los caraqueños: la sucursal del cielo. Caracas, odalisca rendida a los pies del Sultán enamorado. Caracas, tierra de gracia, amorosa receptora de tantos inmigrantes que la han hecho suya. Caracas la ciudad elegida de Luis María… Billo Frómeta.


Mirada de y en la ciudad


Autora: Norma González de Zambrano
Taller Literario Marco Antonio Martínez 
Instituto Pedagógico de Caracas

Observaba silente, pasivo, amoroso. Cada día la miraba parpadear, estirarse y recobrar la altivez característica. Él ha sido testigo fiel de sus cambios. La vio poblarse, llenarse de techos rojos, transformarse en creciente, con torres en su centro, con rascacielos emergentes y también ha visto como sus propias faldas han sido violentadas. No le quitaba el ojo, era el espectador constante, fastuoso, campante. Ella disfrutaba su presencia, sus halagos, su fidelidad. Con el tiempo ha comenzado a sufrir de los embates: caos, soledad, incomprensión, desidia, odio, inseguridad. Ha perdido belleza, elegancia, vastedad, aunque por ratos luce alegre, rejuvenecida, orgullosa. En otros emerge cansada, sucia, ruidosa. Los paseantes, los andantes, los habitantes, le daban el valor que le correspondía. Hoy no todos lo hacen. Si antes algunos pocos lucían indiferentes, hoy se han multiplicado.
Mas la madre natura constante siempre ha estado a su lado. La flora adorna su continente. Los árboles tejen calles y parques. En sus cielos, con raudo vuelo, la familia Psitácida se hace presente. Al amanecer y al atardecer, guacamayas, loros, cotorras, pericos y periquitos, engalanan sus alturas. Son un desfile de organización, de color, desde las aves más inmensas a las más diminutas. Comprometidas en su recorrido, planeando, con vuelo ondulante, largo o corto, varias veces al día acarician a la dama. Primero se dirigen del sur al norte, del oeste al este, luego retornan de norte a sur, de este a oeste. Desde la autopista o desde el distribuidor, las puedes mirar entre el bullicio del tránsito vehicular.
En esos momentos del día, el incólume pierde la majestuosidad, se torna celoso. Mientras la civitas es acariciada por la bandada. Recobra la lucidez, la ternura, la vistosidad. Él quisiera congelar la imagen, guardarla, esconderla; no puede. La sensible pincelada aérea lo enerva. Ella luce plácida, él la disfruta. Entre molestia y quietud, le mengua el malestar. Le llega el sosiego. Declina el sol. Él en su punto norte. Ella rendida a sus pies con vestigios de tristeza pero acariciada. Espera el nuevo vuelo. Un vuelo libre a la esperanza, al infinito.

Nogo12/Caracas, 9 de junio de 2011

CIUDAD


Poeta: Yhonais Lemus
Taller Literario Marco Antonio Martínez 
Instituto Pedagógico de Caracas

Atravesamos
 nuestros rostros con el oxido de ráfagas
Alfredo Silva Estrada

-Ciudad, te amo
Porque eres como yo, impura
Julio Valderrey
Excavación
En los túneles
Las voces fornicadoras
del silencio
Excavan

Dejando en los viajeros
Huecos aun más profundos

En la autopista
Los tubos de escape
Templan nuestros huesos

Y el  humo negro
ese que se aspira
va aniquilando la pureza

Inercia de radiadores
Y de motores que congelan


En espera
Un árbol que se yergue y cierra el paso a la muerte
Vicente Huidobro
Como un poco de tierra
(como  algunas  tribus lo hacen)
Para ver si dejo de ser cemento
Y nace de mi uh árbol

Ciudad a Sorbos.



Poeta: Mariela Cordero.






“Una balada tan nostálgica que ya no tiene significado se escucha en la otra orilla” Juan Sánchez Peláez




Convulsa la urbe
henchida de palabras imprecisas
padece de vigila perenne
sólo un hilo

sostiene a los transeúntes.

Diminutos
llevan máscaras  del instante
mientras
se disuelven  en avenidas rotas.
El sopor
florece
en las horas ambulantes
voces y perfiles
fundidos
en  un solo cuerpo.


Colapsan 
tras la inercia de las horas,
la melodía irreal
 ondula
 en el pulso de los pasos.

Sobre la esquina inequívoca
deambulan
quizás
blancos certeros
entregándose
al disparo.
En el laberinto subterráneo
se estremece el enjambre de preguntas.

Infalible
 Invade a la faz  de concreto:
el desasosiego.
La noche
toda
vuelca al letargo en embriaguez,
unos y otros
repiten  la dosis de olvido.

Tras
el vértigo
de la realidad invisible

conjuran
al
amanecer.

Renace
la extraviada
en los tumultos
la olvidada
en la sombra.

Esperanza.
Ciegos de belleza:
Sobreviven.

Solitario
 gesta el suburbio
el incendio  circular

de la plenitud y la herida.

CARACAS


AUTORA: CARINA ROJAS LUNA
Me envuelve el deseo indescriptible de recorrerte, mujer. Apasionada, libre, luchadora. Pasearme entre tus calles quejumbrosas y valientes, internarme en la vida de algún incauto protagonista que se le atraviese a mis ojos y deambule tus arterias condenadas al descuido, dejarme conquistar por las distintas escenas de tu cotidianidad, mujer. Triste, melancólica, solitaria.

Posees ese modo exclusivo de mostrar el mundo y sus cosas, infinitamente irresistible y en cada mendrugo de tus pasajes va colgada la pasión que a tus hijos estremece, ese sudor de amantes que se nota en un paisaje tuyo. Maleza abundante que es tu ser interior, esas angustias, esas vibraciones que te mueven, que te hacen confrontar tu propia existencia, ese tu que no es un sólo tú homogéneo y unidimensional, sino cientos de “tús”, inmensos, bastos, multidimensionales, profundos.

No existe un vocablo legible, una grafía inequívoca que pueda describirte, que pueda llenar las vetas de tus inquilinos. Podría vaciarme en oraciones, podría tatuar las plantas de mis pies con escenarios que mis ojos van robándote pero ni aún así podría destejer ese andar minucioso que deja huella en cada hombre que te habita. Caracas.

RECORRIENDO EL ESTE DE CARACAS




AUTOR:   YSIDRO  SANDOVAL
FECHA:   02 de julio de 2011


Desde Plaza Venezuela, recorriendo mil caminos
Me dirijo hacia Petare, hasta llegar al destino.

Por  el este de Caracas, cruzando el gran Boulevard.
Patrimonio de nosotros y  toda la humanidad,

Al norte está la Solano, La Florida y Las Delicias,
Por el sur la Casanova, El Recreo y Bello Monte.

Por el este está El Rosal, con El Bosque y Chacaíto,
Al oeste Los Caobos,  donde el sol de torna rojo.

El Ávila lo acompaña y  la Iglesia lo bendice.
El Recreo lo vigila y  es el Meliá quien lo dice.

Los restaurantes y tiendas,  a  lo largo lo conducen,
Con sus centros comerciales,  y sus bancos,  y sus luces.

La vida en el Boulevard,  transcurre con gran derroche,
Con calor durante el día   y   sus refrescantes noches.

En El Gran Café tomamos,  un capuchino caliente,
Y los Golfeados de Antaño,  espera a todos sus clientes.

Los artistas de Caracas,  también allí se reúnen,
Para demostrar a todos,  como el Boulevard los une.

Las muchachas caraqueñas,  se pasean por doquier,
Y los caballeros dicen,  que allí  las  vienen a ver.

Al llegar a Chacaíto, me enrumbo hacia a la derecha
Donde el puente sobre el río, se abre como una brecha.

Las Mercedes de Caracas y su hermoso amanecer,
Vigilada por planetas, la plaza Alfredo Sadel.
En la Río de Janeiro los domingos quiero ver,
A los adultos y niños,  todos jugando a placer.

Sus edificios modernos arropan a los de ayer,
La línea del sub terraneo, ya quiere pertenecer.
El paseo Las Mercedes conjuga con El Eraso,
Aunque un brazo de autopista le haya quitado un pedazo.

La principal empedrada se une con El Tolón,
Y por eso a Las Mercedes,  le escribo con emoción.

La iglesia de Guadalupe espera a todos sus fieles,
También el campo de Golf, que recibe a los que vienen.

Fabulosos restaurantes donde se come muy bien,
Y por esto Las Mercedes es la tierra del gourmet.

Al norte se encuentra El Guaire, desde siempre la acompaña,
Al sur está Valle Arriba, enclavado en la montaña.

Al este Chuao y el sol, que ilumina las mañanas,
Por el oeste se oculta, por las Colinas se marcha,
Dejando por Bello Monte, una tarde que empalaga,
Con una dulce mirada, a Las Mercedes de Caracas.

Siguiendo mi recorrido, llego hasta el Parque de Este
Donde la naturaleza se mezcla, con un firmamento celeste.

Sobre grandes copas verdes, revolotean las aves,
Migratorias muchas de ellas,  las residentes se quedan.
Su gran laguna central,  refresca todo el ambiente,
Mientras en la concha acústica, le cantamos a la gente.

El xerófilo recuerda  nuestro clima tropical,
Planetario y el Terrarium, se unen para enseñar,
Las bellezas terrenales, y también la sideral.

El zoológico recoge, dentro de su corazón,
Gran parte de nuestra fauna, para admirar un montón,
Caimanes, jaguares, monos;  nutrias,  iguanas y loros,
Muchas aves enjauladas, que no serán liberadas.

A lo alto el ave Arpía, nos enseña con nobleza,
Que tiene este bello parque, lleno de tanta belleza.
Un tren verde muy ruidoso, recorría  el gran  trayecto,
Un recuerdo del  ayer, queremos de nuevo ver.
También la Santa María, con su réplica escondida,
En un  rincón de este parque, la  nave va de partida.

Por un lado la autopista,  junto con el aeropuerto,
Al otro Santa Eduvigis y la selva de concreto,
El museo del transporte lo acompaña silencioso,
La Floresta lo acaricia por el oeste boscoso.

He terminado el camino, he llegado a mi destino.
Donde Mariches y Caribes,  quienes fueron pobladores,
De un lugar privilegiado, según los historiadores.



Los ríos que tiene al frente, Baloa, Guaire y Caurimare,
Fueron los que dieron nombre, a este pueblo de Petare.

Capital en el pasado, del Gran Estado Bolívar,
Fue productor de cacao, café y otros, que le dieron vida.

Por el norte está La Urbina, muy cerca de la montaña,
Por el sur está El Llanito, que de cerca lo acompaña,

Por el este Palo Verde, cruzando el puente la veo,
Y al oeste Buena Vista, donde el sol se oculta  lejos.

En el Petare actualmente, todo repleto de gente,
Hoy sigue siendo el regente, de la Caracas de siempre.

El Gran Muro lo soporta, la Iglesia le da la Fe,
La Capilla la alegría, la Plaza le da placer.

El Teatro y el Museo, con su estilo colonial,
Junto con La Fundación Bigott, le dan vida a este lugar.

Con esta letra sencilla y cantos de guacharacas
Saludo con gran cariño a la ciudad de Caracas.