PUBLICARTE da la mano a la celebración de los 444 años de nuestra ciudad. Caracas la mujer. Caracas hombre, niño o niña. La tantas veces ultrajada, la que no pierde la esperanza. Caracas será tomada de la mano por los que crean, sueñan, proponen, discuten, reflexionan a través de la palabra. Caracas también es texto, cuento, dramaturgia, narración, ensayo, poesía. Caracas es el abecedario que nos acompaña cada día, Caracas es una niña que continua soñando con que algún día será grande.

jueves, 30 de junio de 2011

INSOMNIO URBANO


 POETA:
TRINA QUIÑONES
Caracas, 2.003
                            
                                                                             para  Anderson Braga Horta.

1
La habitación se ha quedado
completamente seca.

2

Me acompañan los edificios y el asfalto.
Mido agresividades
con conductores de últimos modelos.
Los portadores de celulares
nos lanzamos miradas oblicuas.
Soy la última habitante.

3

La noche no quiere dormirse.
Los de la calle defecan en las aceras
y le dan la última pincelada
a sus instalaciones de desarmadas cajas
de cartón. Vacías botellas de cerveza
de color marrón.

4

Soy una persona
que se lanza a la calle
sola, mal vestida, sin dinero,
mirando al piso,
buscando lo otro
o lo mío o lo nuestro.

No asisto a reuniones sociales
ni invito ni soy invitada
escribo montañas de poemas
que los connacionales no leen.
yo vengo de otras fronteras.

5

Los habitantes del concreto
se deslizan lujosamente desvestidos.
Sus atavíos gritan
deleznables fantasmas solos.

6

Las mujeres dejaron sus tribus
y con los hijos yacen en las aceras,
infelices adormecidos
colgados de un seno vacío

¿quién los insertó
en la mugre de la urbe?

7

Ahora el Metro es de todos.
El informalismo se trepa por sus bocas
que arrojan un vaho marginal
sobre los usuarios. Los vagones
nos refrescan del agobiante murmullo
de los “rumores”.

Torsos al aire, piercings a granel,
escotes abusivos, parejas complacidas,
niños barrocos,
pre-púberes de tacones altos,
matronas de bocas y uñas decoradas,
estudiantes en juerga,
pequeños escolares independientes,
piernas mutiladas o llagosas,
récipes de medicinas importadas,
colectas para operaciones o entierros,
madres desquiciadas,
vendedores de chocolates y bolígrafos,
ejecutivos engominados,
jóvenes redondeadas de silicón

8

Veo rostros envejecidos
tareas claudicadas.

Miríadas arrastran
sus zapatos viejos.

Las muecas se agolpan
en el Seguro Social.

9

Hace demasiado silencio
y el caos acecha a mi puerta.
Comienzo a divagar
por calles y plazas.
Una bruma
envuelve a los edificios
y a mi cerebro mismo.
Mi boca conversa desatada
y el Mensajero me presta oídos.
Sí. Parece comprender su misión.

10

Desde mi cama veo
cómo me trepo por el techo
y miro este rictus
que en mí se ha instalado,
cómo me busco
en mis propios libros y
en pensamientos
adecuados.

Algunas ideas salen de mi cabeza
y flotan por la habitación.

11

No tenemos control.
Las calles están nerviosas
las casas, allanables
los transeúntes
secuestrables
y/o violables.

Los adolescentes
guerrean su juventud
sobre patinetas.
Mi corazón, sin ti,
también guerrea.

12

Las calles
repletas de protesta

hay un reclamo
ínsito
en los bailes y
en las risas.

Ya no quiero
escuchar
los susurros de
mi celular.


13

La ciudad vibra en mayúsculas
frenética o silenciosamente.
Intentamos dormir, pero los demonios
no cesan
disparos
están hiriendo la noche
y todos, estáticos,
fingimos que fingimos.


14

Todo está roto, ido
las calles, vacías y dolidas
mi tierra, envenenada, secuestrada.

El amor desapareció
dejándonos a descampado
perplejos.

15

Habiendo sido secuestrados
o extorsionados
pedazos de mí,
sobreviene
un necesario reacomodo
                             de vida. ]

Podemos prestar
nuestras nuevas versiones
a provisionales moldes de plastilina.

16

Ese habitante
toma su espacio
en la ya notoria penumbra citadina.
Apenas he terminado ese trayecto,
un poco más avanzada la tarde,
y él se manifiesta como un elemento más
que acompañará la noche;

su intrincado despeinado
y agudos ojillos brillantes
someten a los transeúntes
a una evaluación

mis pasos, calmadamente acelerados,
rehuyen su robusta figura
que la noche, ahora, se roba.


17

En un instante
la ciudad despertará.
Un cortejo de balas
matizan mi insomnio

¿cuál será su lúgubre destino
voraces proyectiles libertarios?


18

Él no quiere bajarse
en la  Estación Altamira
y yo he pensado
que es por razones políticas

pero resulta que él
estaba saliendo de la estación
la noche de la masacre
y, muy despacio,
le tocó caminar
entre las balas.

 19

El sedante
va tomando cuenta de mi pecho
y se instala
con una fuerza  opresiva
que me permite
anularme
a conciencia.

Es un limbo
un poco amargo

entre furiosos y arrogantes

detentadores de la verdad

mientras, los cadáveres,
se disputan la cotidianidad.

20

Hay demasiados cadáveres.
Algunos son ilustres
y reciben aplausos

los demás,
reciben gusanos.

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