PUBLICARTE da la mano a la celebración de los 444 años de nuestra ciudad. Caracas la mujer. Caracas hombre, niño o niña. La tantas veces ultrajada, la que no pierde la esperanza. Caracas será tomada de la mano por los que crean, sueñan, proponen, discuten, reflexionan a través de la palabra. Caracas también es texto, cuento, dramaturgia, narración, ensayo, poesía. Caracas es el abecedario que nos acompaña cada día, Caracas es una niña que continua soñando con que algún día será grande.

viernes, 1 de julio de 2011

La Ciudad de los Techos Rojos (Calles y Esquinas de Caracas)


1.  
Enrique Bernardo Nuñez
Páginas 15 y 16
Lectura a cargo de la Dra. María Elena del Valle.

Plaza Mayor
La historia de la formación de la ciudad puede leerse en los nombres de sus calles y esquinas. Las sabanas en las cuales debía edificase fueron o están recordadas en ellas: las de catuches o guanábanas, la del Teque de donde se derivan las de Pastora y Trinidad. La del Viento, la de Caroata o Carguata, la de Candelaria o Anauco. La de Ñaraulí. En el desarrollo de Caracas desempeñan papel importante las epidemias, plagas y otros flagelos. La ermita de San Sebastián se debe a las flechas de los indios y la de San Mauricio a la plaga de langosta. El templo de San Pablo, primer ermitaño, a la viruela importada de Guinea y el de Santa Rosalía al vómito negro. Se acude a San Jorge por causa del gusano que devoraba los trigos y a N. S. de las Mercedes por el alhorra o aljorra que destruía las plantaciones de cacao. Las fuertes sequías hacen invocar a N.S. de Copacabana y los terremotos a la Virgen del Rosario y de las Mercedes. Los ratones a San Nicolás de Tolentino. El mal de Lázaro hace construir el hospicio de este nombre y luego el Real Amparo, asilo y mansión de fiestas al pie del Avila. Los corsarios la amenazan y uno de ellos, Amyas Preston, logra penetrar en su recinto y quemarla. La necesidad de construir fuertes para su defensa queda estampada en las esquinas de Reducto, Garita y Luneta, construidos por aquel auxiliar de ingeniero con nombre de astrólogo, Claudio Ruggero, que ha debido leer en las estrellas el destino de la ciudad. La torre gótica de la Universidad recuerda por contraste los tiempo de la filosofía positivista, cuando se funda en ella cátedra para enseñarla y de Adolfo Ernst, el gigante sabio y tierno cuya vida se abrevia por la muerte del hijo. Casi cuatro siglos han pasado por sus calles ahora cosmopolitas. Centro de éstas es la Plaza Mayor sobre la cual se abría el balcón del Ayuntamiento, primero rodeada de ranchos pajizos, luego de arcos de piedra, de portales o canastillas –lujo de Plaza Mayor-, construidos en tiempos del Gobernador don Felipe Ricardos. Este Gobernador hizo derribar las casas del capitán don Juan Francisco de León, el mismo que encabezó la rebelión de la provincia contra la Compañía Guipuzconana. Las casas de León se alzaban frente a la plaza de Candelaria (norte 13). La superficie fue sembrada de sal. Allí se erigió un poste de ignominia que mando derribar el gobierno independiente en julio de 1811. En la plaza se levanta ahora la estatua de José Gregorio Monagas, a quien tocó poner el ejecútese a la ley de abolición de la esclavitud en Venezuela. León creía en la buena fe de los demás como en la suya propia. Cuando acampó con su gente en la plaza mayor o plaza real, como se llamaba entonces, con el fin de manifestar sus leales intenciones, hizo que su gente dejase las armas recostadas en la pared de la esquina de la torre de Catedral a las Gradillas. El viejo palacio episcopal que estaba deshabitado en la esquina de este nombre, sirvió de alojamiento al capitán León la noche del 20 de abril de 1749. El mismo sitio donde ahora se levanta el edificio para oficinas comerciales. En 1810 estaba señalado para la fábrica de la parte nueva de la Catedral, según los planos del coronel de ingenieros Juan Pirés y Correa. La casa de las Gradillas, perteneciente al vínculo creado por don Juan Félix Aristeguieta a favor de su primo Simón Bolívar, es ahora expendio de licores. Las primeras gradas de la plaza se forman del lado de la Catedral, en terrenos adquiridos por ésta para fabricar portales, donde se hallaban las casas del capitán Diego Ladrón de Guevara, en 1675.

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