PUBLICARTE da la mano a la celebración de los 444 años de nuestra ciudad. Caracas la mujer. Caracas hombre, niño o niña. La tantas veces ultrajada, la que no pierde la esperanza. Caracas será tomada de la mano por los que crean, sueñan, proponen, discuten, reflexionan a través de la palabra. Caracas también es texto, cuento, dramaturgia, narración, ensayo, poesía. Caracas es el abecedario que nos acompaña cada día, Caracas es una niña que continua soñando con que algún día será grande.

martes, 26 de julio de 2011

Caracas, el amor que no se acaba

Autora:  Gennys Pérez
Dramaturga.
A Caracas en su aniversario.

De vez en cuando nos vemos, a veces no tanto, muchas veces trato de evitarlo. Siempre nos ronda un reclamo, una deuda, algo que entre nosotras quedó inconcluso. Hubo una vez que éramos una solo. Cada calle, cada esquina, cada árbol, nos recordaba que una era de la otra. Pero, hace rato que ya no es así. Por momentos nos odiamos, un odio infinito, una hostilidad sin precedentes nos arrebata el ánimo, y ya no somos felices juntos, no hay retorno, es como si no tuviéramos nada en común, como si no tuviéramos memoria, nada del pasado, de lo vivido pareciera poder salvarnos, y ahí quedan las heridas, colgadas por todas partes, en el rayón sobre el capó del carro, en el insulto, ¿cómo nos fuimos desdibujando?, ¿por qué somos incapaces de reconocernos?, y toco tu rostro, ahora, en este instante, tratando de recuperar ese hilo invisible que nos unía, y sólo encuentro tu rechazo, te busco amor mío, me aferro a tu pecho, te suplico que no me sueltes, pero  te siento fría, de acero, como si en ese pecho no existiera un corazón. ¿Dónde perdiste tu latido, amor mío?. Hay mañanas que salgo de la cama y recorro tus calles aún en pijama, desesperada tratando de recordar algún aroma de la plaza donde nos encontrábamos, alguna imagen del teatro de donde salimos felices alguna noche después de la función, regocijadas, bendecidas por el arte, me esfuerzo tanto en reconstruirte, cada instante miro nuestras fotos, ¿cómo es posible que no recuerdes aquella antigua iglesia donde nos besamos la primera vez?. ¿Aquella joyería donde compraste nuestro anillo de compromiso?. Esa vieja iglesia ya no está, no existe más, sólo están sus campanas repicando con desgano, como quien no quiere dejar de repicar y lo hace más por hábito que por pasión. También el  viejo teatro está cerrado,  la joyería del centro ya no existe, hay tantas cosas que no están. Ese viejo teatro es quizá el recuerdo que me hiere más, allí, fue  donde pusiste tu mano por primera vez en mi vientre, y pediste un hijo, mientras veíamos “El día que me quieras” de José Ignacio Cabrujas, y yo te dije que sí, te grité que sí en medio de la representación, y el público me mandó a callar, pero yo seguía susurrándote que te daría uno, un hijo caraqueño, y te lo dí, el pequeño Néstor, te hubiera dado dos, tres, todos los hijos que me pidieras, y hoy siento que eres capaz de abrirme el vientre y arrebatármelos, todos los días mueren nuetsros hijos... ¿Qué nos pasó? ¿Por qué nos convertirnos en esto?. Hay días que estoy segura que tengo que correr, huir, escapar, alejarme de ti, protegerme de ti, que tú me haces tanto daño, cada minuto a tu lado es morir un poco; y sin embargo, cuando logro despegar, cuando apenas alzo el vuelo, necesito urgentemente devolverme, sentir su ritmo, respirar tu olor, sobrevivir a su tempestad, perderme en tu caos, insertarme de nuevo a tu esencia primitiva, a esa fuerza indescriptible, que te hace diferente, que te hace único, y una vez más quiero dejarme arrastrar por tu sonido humano, profundamente joven, rebosante, sangrante, una vez más entiendo que te pertenezco, que aunque quiera irme lejos, al final del planeta, incluso, si pudiera irme más allá del planeta, te pertenezco, tanto como tú me perteneces a mí. Estamos hechos a la medida, amor mío.
Y es verdad, para qué mentirnos: No somos el mejor amor del mundo. Pero, es el amor más profundo. Nos conocemos. Y es cierto, tendríamos que perdonarnos tantos desaciertos, tanta impunidad, tantas heridas. Pero, también es cierto, que a dónde yo vaya, jamás encontraré un amor como el tuyo. Tú traduces todas mis miserias, conoce todos mis sueños, cada lágrima, cada grito, conoces a la perfección mi miedo y mi cobardía. Contigo me siento atada, atada con un enorme lazo, lazo fuerte, lazo indestructible. Anoche mismo, cuando me harté, cuando sentí que ya no podía soportar tu patanería, tu indolencia, tu insulto, tu humillación, tu arrinconamiento, juré, en un bar, ebria de rabia, de hastío, de incomprensión, irme sin boleto de regreso. Pero un detalle hizo que volviera a mirarte a los ojos, esos ojos generosos, fijos, vulnerables, sabios, juveniles; y de repente me vi detenida, ahogada en llanto, sola, minúscula en esa barra del bar, sentí que por fin había desatado el lazo, que podría marcharme sin ti, deshacerme de ti para siempre, tú una vez más te habías dejado seducir por el falso brillo del poder, por el circo, por la faramalla, una vez más me habías traicionado, pero ésta vez tu traición no tenía medida, tu traición era un golpe diario,  seco, constante, letal, y yo no podía soportarlo. Pedí un trago más, ese trago que necesitas para ahogar tu impotencia, para digerir tu fracaso, para sacarte pompones y decirte que tienes que seguir, seguir así sea sin él, aunque escapar de tu cautiverio me lastime, porque en el fondo somos dependientes, los dos estamos enfermos de este amor, y daría la vida para que esta enfermedad fuera una enfermedad buena, y no éste mal. Así que bebí, bebí y bebí hasta ese último trago, como quien recorre la autopista por última vez una tarde lluviosa un domingo, sin saber muy bien a dónde va, como quién ha perdido la brújula del alma. Bebí queriendo dejar toda mi vida en esa botella, y de repente cuando fui a pagar, me di cuenta que no tenía suficiente dinero para cancelar la cuenta, y allí de esa forma mágica y humana, como tú solías ser, apareció ese fantasma febril de las noches, esa silueta del hombre común, del hombre a pie, que es imagen y semejanza de lo que tú eres en tu esencia más íntima, ese hombre bueno, solidario, hermano, y con voz suave dijo: No beba más señora bonita, váyase tranquila, mañana paga, mañana es otro día. Y esa palabra retumbó en mis oídos, “mañana”, y era cierto, tenía que haber un mañana, un mañana que te devolviera a mí, amable, limpia, próspera, generosa, como siempre habías sido. Después de todo, mañana es mañana, mañana es futuro, y así eres tú, así soy yo, puro futuro. Comprendí que tú eres eso que no voy a encontrar en ningún lugar del mundo: Un mesonero que te salva de una borrachera vergonzosa; un portugués que te fía antes de la quincena; una colombiana que te trabaja en la casa y sin preguntarte nada te presta dinero para comprar cigarrillos porque la vida se puso dura; una cajera del automercado que te devuelve el monedero intacto que dejaste olvidado en el mostrador el día anterior; un carnicero que te corta la pieza de carne con dedicación y disciplina para aprovechar cada parte, un taxista alegre que te lleva al fin del mundo si necesitas ir a llorar hasta el fin del mundo; todo eso eres tú; eres ese empeño, esa pasión, ese ser humano de honor, ¿cómo podía irme y dejarte ahora que estás tan confundida?. Quizá debía quedarme a tu lado, ayudarte a aclarar tus ideas, comprender tu locura, sacarte ese odio que se te metió en los huesos, que te está devorando, sacudirte, hacerte reaccionar, ¿cómo puedo abandonarte ahora cuando más me necesitas?. Me sequé las lágrimas, salí de ese bar dispuesta a luchar por ti, no más lamentaciones, no más despecho, no más dolor. Se que sólo necesito mirarte a los ojos, y recordarte quién eres, recordarte de qué estás hecha, estás hecha de roble amor mío, de la mejor madera del mundo, y este amor, esta pasión que desde siempre nos ha unido, tiene que salvarnos, sólo tenemos que volver a la caricia, recordar nuestra ternura, besarnos, ese único beso despertará todo aquello que dejamos consumir por la rabia. No puede ser tan difícil, nos conocemos, cada centímetro, cada rincón, cada resquicio de nuestros corazones lo hemos recorrido juntos, no puede  ser tan difícil mor, tenemos que intentarlo, no podemos darnos por vencidos, yo quiero un mundo contigo, juro que vale la pena, que hay amores que no se acaban, que es verdad que los grandes amores jamás se olvidan. Ahora sé que hay un mañana, y que mi mañana es contigo, sin duda alguna, es contigo,  “Mi Caracas”, tú eres mi mañana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario