PUBLICARTE da la mano a la celebración de los 444 años de nuestra ciudad. Caracas la mujer. Caracas hombre, niño o niña. La tantas veces ultrajada, la que no pierde la esperanza. Caracas será tomada de la mano por los que crean, sueñan, proponen, discuten, reflexionan a través de la palabra. Caracas también es texto, cuento, dramaturgia, narración, ensayo, poesía. Caracas es el abecedario que nos acompaña cada día, Caracas es una niña que continua soñando con que algún día será grande.

viernes, 1 de julio de 2011

ESQUINA “DEL GUANABANO”


Las Esquinas de Caracas
Autora: Carmen Clemente Travieso
Páginas 140 Y 141
Lectura de Alexandra Hernández
ESQUINA “DEL GUANABANO”

La esquina del Guanábano tuvo su origen, como su nombre lo indica, por un hermoso guanábano que en aquel sitio prestaba su sombra acogedora al viandante y ofrecía la dulzura de sus frutos a los vecinos y a cuantos se acercaron a sus ramas. Debe ser un origen muy antiguo, pues no se conocía entonces en aquel barranco, una calle, propiamente dicha.
La esquina del Guanábano era, hasta hace poco tiempo, una esquina anónima, como otra cualquiera de esta Caracas popular. Se comprende que con el fin de ambientarse, algún vecino nobró el árbol que hacía sombra en el lugar, y así quedó hasta nuestros días.
Sería poco lo que pudiéramos decir de ella si no fuera por el puente que también lleva su nombre, y que le ha dado una trágica celebridad llegando su fama hasta el extranjero.
Fue en los tiempos en que viejo Guzmán construyó su vieja mansión en lo alto de la Pastora, que se hizo la necesidad colocar un puente por sobre el abismo que se abre a su vera. El único puente que unía a la parte alta de La Pastora con el centro de la ciudad, era el “Puente de Carlos III” fabricado bajo el reinado del Rey Carlos III el año de 1759, y siendo Gobernador de Venezuela el Brigadier Manuel González Torres de Navarra. Parece que fue construido en el lapso comprendido entre 1786. Hoy existe en él una placa en mármol en que está grabada la fecha de su construcción.
Cuando el viejo Guzmán se fué a vivir a sus lujosa quinta, no existía ninguna calle que uniera el sitio con el resto de la ciudad, por lo que se hizo de urgencia echar un puente sobre el abismo donde habría sus ramas al viento frío de La Pastora el hermoso Guanábano que una mano anónima sembrara en aquel sitio. Y pusieron manos a la obra.
El puente fue realizado por el ingeniero Doctor Muñoz Tebar, y refieren que el día del estreno, el peso de la gente lo hizo estremecer, siendo clausurado de inmediato para hacerle una más solida reconstrucción.
Entonces el puente había sido fabricado con tablas que crujían cuando algún carro o carreta pasaba por encima de él. Más tarde, cuando fuera ministro de Gómez Centeno Grau, fué totalmente reconstruido, bajo la dirección del ingeniero Ayala.
Lo que ha hecho célebre el Puente del Guanábano no son sus casas humildes que han surgido a la orilla del río Catuche, ni sus hermosos jardines de rosas que miran desde su altura, ni bello paisaje, sino que hoy en día cuenta con un número record de suicidios. Todo el que se siente con deseos de desaparecer del mundo de los vivos, se arroja desde lo alto del puente trágico. Conocemos el caso de una señora que tiró y la ropa, en la caída, se abrió, cayendo como en paracaídas con ligeros aporreos solamente. Y el del suicida que quedó engarzado en una rama del guanábano. Pero la generalidad de los que buscan en él la muerte, la encuentran hasta verse obligadas las autoridades a ponor un guardia diario para vigilar que los suicidas no se arrojen por el puente del Guanábano.
Un caso curioso fué el de la madre que quiso arrojarse en unión de sus dos pequeños hijos, porque el marido la había abandonado, siendo salvada milagrosamente por un pasajero que transitaba en aquel momento por el puente. Y el de el polaco que llegó a Caracas dirigíendose directamente hasta el puente y tirándose hacia el abismo, cayendo completamente destrozado.
Muchas historias, trágicas conoce el Puente del Guanábano. Cuando se inicia la ola de suicidios en Caracas, el puente sirve, como dice el pueblo en su lenguaje criollo, de “revólver del pobre”. Y bajo sus arcadas de hierro se han estrellado más de dos mil personas locas o desesperadas, que han creido encontrar en la muerte violenta, el remedio a todos sus males.
Bajo el puente viven familias pobres que lavan su ropa a la orilla del río y cocinan sus pobres alimentos en un anafe. Muchos niños y ancianos inútiles y enfermos, viven bajo el puente en chozas levantadas por ellos mismos. El famoso Guanábano que dió nombre al lugar, desapareció hace mucho tiempo.

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