PUBLICARTE da la mano a la celebración de los 444 años de nuestra ciudad. Caracas la mujer. Caracas hombre, niño o niña. La tantas veces ultrajada, la que no pierde la esperanza. Caracas será tomada de la mano por los que crean, sueñan, proponen, discuten, reflexionan a través de la palabra. Caracas también es texto, cuento, dramaturgia, narración, ensayo, poesía. Caracas es el abecedario que nos acompaña cada día, Caracas es una niña que continua soñando con que algún día será grande.

jueves, 4 de agosto de 2011

CARAQUEANDO



Autora: Mitchele Vidal
Caracas, 5 de julio de 2011

Sudando, corriendo, llegando tarde –nada empieza a la hora– apurando al semáforo con la corneta, con el insulto, con el grito. El que va manejando adelante es una tortuga. Esquivando al motorizado -ya son 3 los que me golpearon el retrovisor- oyendo el mismo CD quemado porque los originales y el IPOD los dejo en mi casa, por si acaso… como no consigo dónde estacionar entrego las llaves para que lo mueva el parquero, el dalero, “Dale, dale mi amor, bella tú, bella el carro”…
Estoy a dieta informativa así que no oigo radio, no vaya a ser cosa que empiece aquel hablando, hablando, hablando… sigo cantando. La música va más rápido que mi carro. Viendo el naranja, el rosado, el amarillo, el morado instalados sobre el verde eterno de las acacias, de los apamates, de los gallitos, de los samanes, de los caobos… ya empezó a llover, la lluvia tumbará las flores, no importa, nos va dejando una alfombra de colores sobre el ardiente asfalto, negro asfalto, gris asfalto, hueco asfalto, tronera asfalto, olvidado asfalto…
Anoche no pude dormir, la salsa y el reguetón se impusieron hasta las 4 de la mañana, otra fiesta, otro sarao, otra rumba. Por suerte hoy no me despertó el celular sino las guacharacas, los torditos, las palomas, los cristofué, las guacamayas todos los pájaros de Caracas se levantan antes que las cornetas       y arman esa bulla de selva en plena ciudad… ciudad escandalosa, ruidosa, tormentosa. ¿Dónde quedó el silencio? No sabemos, nadie sabe ni quiere saber. Al que le moleste que se vaya, que se largue. Y se van, cada fin de semana largo, cada puente huyen despavoridos, abandonan las colas en las calles, en los cines, en los centros comerciales, en los mercados, en los bancos para hacer colas en las playas, en las piscinas, en los ríos, en las montañas, lo malo es que vuelven, no soportan nuestra ciudad pero vuelven y se quedan, se quejan pero se quedan…
Abajo está el Guaire arrastrando basura, cauchos, botellas, limitado por esas carteleras horrendas que pinta el SENIAT, quién les dijo a ellos que las márgenes del río se pintan de amarilloazulyrojo la bandera de los piojos, decíamos cuando estaba en el colegio. ¿Qué dirán ahora los niñitos en el cole? No sé, mi hija ya es adolescente, mis sobrinos mayores crecieron y se fueron, mis sobrinitas no viven aquí gracias al exilio voluntario que vamos viviendo, soportando, aguantando, su bandera es la de las rayas y las estrellas… Pero decía que ahí va fiel, marrón, beige, kaki, pardo, sepia, el Guaire, una herida abierta que nos parte la ciudad en dos. “Yo prefiero cruzar el Orinoco que el Guaire” dice Valentina Quintero, y muchos piensan así, aunque no lo digan o no sean tan ocurrentes, o no hayan llegado al Orinoco, pero ella es privilegiada, vive en Los Palos Grandes, una de las pocas zonas de Caracas donde te vas caminando, paseando, conversando, al mercado, a la panadería, a la tienda de ropa, al colegio; la mayoría lo cruzamos varias veces al día y si no, lo acompañamos en su trayectoria este-oeste encaramados en una camionetica, en un carro a 3Km/hora, en el Metro que está cada vez más revolucionario, más ineficiente, más sin aire acondicionado, más sin escaleras mecánicas…
Seguimos protestando, reclamando por la falta de agua, de luz, de educación, por el exceso de inseguridad. Seguimos trabajando, estudiando, hablando del gobierno eterno y enfermo, comprando, saliendo, comiendo, tomando, viviendo, oyendo, viendo lo que nos está pasando como quien oye llover en Macondo pero estamos en Caracas, como decían antes: jodidos, pero en Caracas. O como dicen ahora: jodidos y en Caracas…

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